Esa
tarde Guardiola tenía más hambre que de costumbre. Escudriñó en
la basura pero no encontró nada, su estomago crujía, la furia de
sus jugos gástricos emulaban una pelea entre dragones lanza fuego,
fue entonces cuando decidió ir a su lugar favorito: la calle 4. Allí
estaba el papaupa, muy conocido porque preparaba los mejores perros
calientes de la zona y había introducido nuevos ingredientes como
las papitas y el queso. A Guardiola le gustaba sentarse en la acera y
percibir aquel maravilloso olor, el aroma de las salchichas asadas,
el pan caliente y las salsas, cerraba los ojos y se imaginaba
comiendo un perro caliente con todo.
-
Ummm... ¡qué rico güele!
Los
olores que se desprendían del puesto de perros calientes del papaupa
lo transportaban, Guardiola siempre soñaba con comer uno, aunque sea
probar uno, pero un perro caliente era para él un sueño
inalcanzable, para comer un perro caliente con todo necesitaba un
real.
- ¡un
rial! ¡eso ejuna foltuna! Pero un día voy a sé rico y a comé todos los perros que quiera. ¡Papaupa
dame un perro ahí!
-
consigue un real y te lo doy.
- ¿y
aonde voy a conseguí un rial?
- Ah,
no sé, ese es tu problema, el mío es vender los perros.
-
¡Nojó! papaupa, tú si eres...
Pero
el olor de los perros solo alborotaba su enfurecido estomago.
Guardiola siguió su camino, vagó por las calles del barrio que ya
se oscurecía por la llegada de la noche y no encontró nada para
aliviar el hambre, un viejo borracho en la puerta de una taguara le
ofrció un guayoyo medio frío que el muchacho bebió con desespero.
Ya era
tarde y el niño estaba cansado. Recogió unos cartones en un
basurero, los llevó al lugar donde acostumbraba dormir y los acomodó
como pudo.
Pensó
que el hambre tampoco lo dejaría dormir esa noche.
-
¡Maldita sea mi puta vida!
Se
acostó boca arriba mirando el cielo oscuro:
-
Diojmío otra ve me voy acostá sin comé? ¿no me vajayudá? ¿ah?
¡nojoda!
Resignado
se enroscó lo mejor que pudo sobre los sucios cartones para
protegerse del frío, de pronto vio algo que brillaba debajo de un
carro destartalado.
- ¿y
esa vaina qué ej?
Se
arrastró hasta el carro y vio una reluciente moneda, emocionado
estiró su mano y la alcanzó.
-
¡Coño ejun medio! ¡a comé perro se ha dicho!
Corrió
lo más rápido que pudo a la calle 4.
- ¡Si
el papaupa ya se fue me mato!
¡Coño,
nojoda ahí tá!... ¡papaupa vendeme un perro a medio!
- ¡No,
si así es! Los perros cuestan un real.
-
¡Coño papaupa no seajasí que tengo medio na má!
- Por
un medio te lo vendo, pero sin salchicha.
-
¡Nojó papaupa! ¿sin salchicha?
- Con
salchicha cuestan un real.
-
Güeno, ta bien pué, dame uno sin salchicha con todo.
Y
mientras Guardiola lo miraba impaciente y con los ojos brillando de
emoción, el papaupa tomó un pan humeante, lo abrió, le colocó
repollo, cebolla, papitas, mayonesa, mostaza, salsa de tomate y se lo
entregó.
- te
faltó el queso papaupa.
y por
último le puso el queso.
-
Toma, es un medio.
Guardiola
le entrego el medio y le dio el primer mordisco al ansiado manjar. en
su estómago inquieto comenzó una fiesta ruidosa y exultante. Por un
momento se olvidó de su vida, del frío, de la noche en las calles,
de su cama de cartón, en aquel momento Guardiola era el niño más
feliz del mundo.
-
ummmmm... ¡qué rico! ¡sin salchicha es mejol y maj barato!
¡Cuando
sea rico voy a comé puro perro sin salchicha con todo!
Esa
noche Guardiola se fue a dormir sin hambre y con una gran sonrisa en
su cara sucia y cansada...
Guardiola
preparaba su carrito de perros para comenzar otro día de trabajo.
- Sr.
Guardiola ¿a cómo los perros?
.- Con
salchicha diez bolívares, sin salchicha a cinco.
-
¿Qué? ¿Sin salchicha? Jajajajajajajajaja ¡Qué chimbo!
-
¿Chimbo? Chimbo es acostarse a dormir con hambre.