jueves, 31 de mayo de 2012

Sin Palabras



Ella siempre fue así. Por su cabeza cruzaban las palabras formando ideas y esas ideas se  mezclaban entre si formando grandes discursos, excelentes observaciones o hermosos poemas; pero a la hora de pronunciarlos, de su boca solo salían un par monosílabos y una que otra frase corta. Era como si las palabras se quedaran aprisionadas en su garganta sin poder salir, era como si un pesado grillo en su lengua le impidiera tanto moverla que apenas alcanzara a decir poca cosa y muchas veces nada.
Por las mañanas cuando paseaba por el parque pensaba:
Es hermoso cómo se expresa la naturaleza y nos dice cuánto nos ama en cada pétalo, en cada aroma y en cada color; en el canto del pájaro, en su vuelo; en ese color naranja de la mañana que lo cubre todo y nos hace sentir que este día es único, aun cuando sabemos que mañana se repetirá...
Pero cuando intentaba expresar tan hermosos pensamientos, de sus labios apenas salía un:  - Lindo día -

¡Qué callada! Decían sus maestros.

¡Qué comedida! Comentó un amigo

¡Qué tonta! Chismorreaban las vecinas

¡Que pretenciosa! Pensaron sus compañeros de curso

¡Que parca! Exclamó el cura cuando le pidió que subiera al púlpito para conducir la oración y de sus labios solo salió un tímido:
- Alabado sea Dios - mientras en su cabeza ya había recitado La Biblia entera.
De niña se levantaba de la cama y se sentaba en un sillón del estar y, mientras miraba a su madre planchar, un torbellino de ideas pasaba por su pequeña cabeza; su madre la miraba y riendo le preguntaba:
- ¿Todavía con sueño? -
Y en realidad nunca dormía bien, las ideas en su mente danzaban por las noches y no la dejaban dormir lo suficiente.
Un día regresó de la escuela muy triste, había visto un carro atropellar a un perrito, por todo el camino caviló acerca de la vida y la muerte:
Tal vez la muerte sea eso, un accidente que nos asusta y nos sorprende. - pensó - 
Tal vez la vida no es más que la preparación para la muerte, tal vez la muerte sea otra vida o tal vez la muerte sea caminar inexorablemente hacia la nada. - siguió pensando -  Todos estos pensamientos y la imagen del perrito muerto la embargaron de una profunda tristeza y, cuando ya estaba llegando a casa, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
Quiero contarle todo esto a mi madre  - pensó -
Pero, cuando llegó a casa llorando y su madre le preguntó qué le sucedía, ella solo pudo decir tristemente:
- Nada -
Su madre se escandalizó y volvió a preguntar:
- ¿Qué pasó, por qué lloras? -
Esta vez solo pudo negar con la cabeza y bajar la mirada.
Su madre muy molesta la tomó por el brazo, la encerró en su habitación y le dijo:
- ¡Ahí te vas a quedar hasta que hables! -
Ella al verse sola en la habitación sintió un alivio, por lo menos allí dentro no tenía que hablar con nadie; estaba exhausta, las ideas deambulaban en sus cabeza sin poder salir y eso era muy extenuante. Se subió a la cama y recostó la cabeza en la almohada para que su ajetreada mente descansara un poco.
Al día siguiente ya su madre lo había olvidado todo, al contrario de su hija, ella era muy dispersa y conversadora.
Un día, sintió el amor por primera vez. Aquel joven la hacía atropellar sus pensamientos, ella trataba de organizar las ideas en su cabeza pera eran demasiadas y todas surgían a la vez. Pensó en hablarle, pensó en acercarse y decirle que su corazón ya no era un músculo involuntario y que ahora sólo latía a voluntad cuando él estaba cerca, que amaba esos ojos que un día habían mirado al cielo y fotografiado su azul, que le encantaban las palabras que giraban en su mente cuando lo veía, que ahora solo se abandonaba a las ideas y las dejaba que colapsaran dentro de su cabeza con placer; mientras pensaba en todo esto se acercó al joven y cuando intentó hablarle solo alcanzó a decir levemente:
-Hola -  y luego se sonrojó.
El joven la miró a los ojos un poco sonrojado también.
Ella quería decirle las palabras que tenía en su mente; pero era imposible, estaban aprisionadas en su cabeza. Perturbada por la mirada del joven se abalanzó sobre él y lo besó, él también la beso. Se besaron con un beso profundo, porque para besar no son necesarias las palabras. 
Luego se amaron, se amaron más allá de las palabras…
Ella pensó: ¡Dios mío, estoy enamorada! Él es mi primer amor, lo amo y quiero gritarlo a los cuatro vientos  ¡quiero que el universo entero sepa de mi felicidad!
Y salió a caminar y a decirle al mudo que amaba, pero solo alcanzó a mostrar su maravillosa sonrisa; por tanto sonrió, sonrió a todos a su paso…
Las palabras nunca salieron de su boca pero, por alguna extraña razón, todos al verla sonreír sabían que estaba enamorada.

viernes, 25 de mayo de 2012

La vida es un tuit





#CuentosCortos

- Blanca Nieves creó su propio circo en el medio del bosque, la principal atracción: siete enanitos cantarines y el espejo que habla. 

- La caperucita Roja visitó a su abuelita en la casa del bosque, en su cestica llevaba frutas y pasteles de carne de lobo.

- La Bella Durmiente esperó por cien años el beso del príncipe. El príncipe llegó y al verla dormida salió de puntitas para no despertarla.

- Rapunzel lanzó por el balcón su larga y hermosa trenza, el príncipe la tomó, la cortó con su espada y la vendió a los gitanos.

- Al dar la media noche, Cenicienta huyó del palacio dejando una zapatilla, el Príncipe la tomó y se mandó a hacer un par  igual pero en fucsia.

- Pinocho cobró vida, pero siguió siendo un narizón care'tabla y mentiroso.

- El sapo se convirtió en Príncipe con un beso de la Princesa, fueron felices por un tiempo hasta que el Príncipe se convirtió de nuevo en sapo.

 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Un ser excepcional





                                                       “Cada canción
                                                        es un momento espiritual,
                                                        cada canción
                                                        pertenece a un estado del alma”.
                                                                    Eduardo Serrano Torres.



Llegó el primer día de clases, estaba muy emocionada y nerviosa.
Por aquellos días yo soñaba con ser músico, solo que la vida soñó otra cosa para mí.
Llegó el Maestro y enseguida todos tomamos nuestros asientos, él entró, dio las buenas tardes y se detuvo frente al escritorio. Era un hombre de rostro generoso y afable, con el paso tranquilo, propio de una persona de su edad. Cuando comenzó a darnos la bienvenida, una joven estudiante lo interrumpió repentinamente:
- ¿Usted es el Maestro Eduardo Serrano? ¿el que compuso Barlovento?
El Maestro, que siempre las pescaba en el aire, le contestó:
- ¡Lo que queda de él, hija! ¡lo que queda de él!
Ya se había roto el hielo y todos reímos a carcajadas. Y es que así era el maestro, una persona dulce, sencilla y de un extraordinario sentido del humor.
En ese mismo instante lo amé. Fue ese tipo de conexión que pocas veces se da entre las personas. Y desde entonces surgiría una linda amistad entre los dos.
Sus clases eran lo mejor que me pasaba en la semana. Cuando llegaba el momento del solfeo todos queríamos ser los primeros en pasar al piano y recitar nuestra lección. Si nos equivocábamos, no faltaba la caricia del Maestro y luego la paciente explicación.
Los mejores recuerdos de aquellos días son el amor y la paciencia con que el Maestro nos enseñaba. Eso nunca lo olvidaré.
¿Anécdotas con el Maestro? Podría contar muchas.
Por ejemplo los ratos después de clases. Nos quedábamos hablando sobre la música, los músicos o simplemente el Maestro se sentaba al piano y  cantaba sus composiciones mientras yo escuchaba, eran canciones que no conocía, que nadie conocía, que a nadie parecían importarles. Porque, lamentablemente, talentos como el del Maestro Serrano son ignorados y dejados a un lado, siempre desplazados por la música comercial y foránea.
Una vez  comentó que tenía más de 250 composiciones de las cuales apenas un 25% eran conocidas, que ya no componía más porque sería masoquismo seguir haciéndolo. Y no le faltaba razón.
Por aquel entonces yo pertenecía a una coral y el director, el profesor Eugenio, había sido también alumno del Maestro Serrano.
Recuerdo que una navidad el Maestro me dio la partitura de una  parranda que había compuesto: - Llévaselo a tu profesor para que lo monte en la coral - me dijo.
Luego se sentó al piano y la cantó: “Yo vengo bajando el cerro, cantando por lo bajito, en busca de un parrandero que le gusten los palitos…” 
Le llevé la partitura a mi profesor, él la tomó y la guardó. La coral nunca la cantó.
Por fin, un día, la coral iba a cantar una composición del Maestro Serrano: “Ni ná, ni ná”, con arreglo de Modesta Bor. Lo invité  a ese concierto, quería que nos escuchara, y él aceptó de muy buen grado.
Llegó el día del concierto. Le comenté al profesor Eugenio que el Maestro Serrano iría a escucharnos cantar; él trató de hacerme entender:
- No quiero desanimarte, pero el Maestro no va a venir. No maneja de noche, ya está muy viejito y no ve muy bien. Yo mismo lo he invitado infinidades de veces y nunca se presenta. Tal vez aceptó la invitación solo por cortesía -
No niego mi decepción, pero me pareció comprensible que el Maestro, a su edad, no manejara de noche, ni siquiera debería manejar de día. Pero de verdad quería que nos escuchara. Otra vez será, pensé.
Pero unos minutos antes de comenzar el concierto, cuando ya estábamos todos alineados en la tarima, entró el Maestro en la sala. ¡No lo podía creer! ¡El Maestro se presentó a  pesar de la noche!
El profesor Eugenio, al verlo sentado en primera fila, me dijo en voz baja:
- ¡Coño! el Maestro te debe apreciar mucho para haber venido manejando hasta aquí de noche.
-Tanto como yo a él - le contesté.
 Luego, el profesor saludó al público, le dedicó la pieza al Maestro y comenzamos a cantar:
El negro José Luis está, dale que dale a su tambó porque el cuero del cumaco   Trinidá de un golpe se lo rompió; pero no fue ni ná ni ná, ¡guay! Y la parranda siguió…”  aquella, fue una noche memorable.
A mis clases con el Maestro nunca faltaba, eran lo más importante para mí y él lo sabía.
Un día, tuve un accidente, me quemé con aceite caliente. Por primera vez falté a mi clase. A la semana siguiente, todavía con las manos ampolladas, regresé; el Maestro preocupado me recomendó usar una crema llamada “Picrato de Butesín” ¡Picrato de Butesín! ¡No puedo creer que todavía recuerde el nombre de la crema!
Después de haber visitado un montón de farmacias, le comenté al Maestro que nadie la conocía, que alguien me dijo que ese medicamento ya estaba descontinuado.
Al día siguiente, el Maestro tocó a mi puerta. Había llegado en su pequeño Volkswagen gris, traía un  pomo todo espaturrado de Picrato de Butesín.
¡Mi querido Maestro!  Llegó hasta mi casa con su propia crema, ya un poco gastada.
Sí, ya sé; la crema tenía un montón de años y estaba vencida, pero no me pueden negar que fue un hermoso gesto. Así era el Maestro ¿cómo no quererlo?
Un maestro es el que te deja enseñanzas para la vida, qué además de lo académico te enseña valores, como el amor por el otro, la cortesía, el respeto, la solidaridad, la humanidad. Eso me dejó el Maestro. En verdad era un ser excepcional.
Recuerdo que siempre me decía: “Tú tienes madera, carajita, tienes que seguir con la música”  y eso me alentaba. 
Cuando terminé la preparatoria, él mismo me consiguió el cupo en la Escuela de Música Nolasco Colón. Allí comencé el primer año de música con el profesor Ugo Corsetti.  ¡Ay, por Dios! ¡Ugo Corsetti!
Nunca dos personas fueron tan opuestas como mi Maestro y ese Ugo Corsetti.
El profesor Corsetti, era un hombre con muy mal carácter y muy poca paciencia para la enseñanza. Acercarse al piano para la lección de solfeo era como ir a la guillotina, sus clases eran de pánico.
Todos esperábamos aterrorizados el turno para la guillotina, el joven delante de mí comenzó a solfear, lo hacía muy bien, de pronto, se equivocó…  Corsetti, en su pésimo español le gritó que se fuera a casa y que si no se aprendía la lección, no volviera.
 Llegó mi turno, esto era un cambio muy brusco para mí, no sentía la confianza ni la satisfacción que sentía con mi Maestro. Me acerqué al piano, traté de concentrarme y  apenas comencé, en el primer compás  ¡me equivoqué! Todavía las palabras del viejo ogro retumban en mi cabeza:
- ¡Usted es más sorda que una campana rota!
Humillación… y confusión, eso fue lo que sentí.  ¿Tenía madera o era tan sorda como una campana rota?
Pues, nunca supe la respuesta. Mi carrera de músico terminó ahí.
Odiaba esas clases, siempre tenía un pretexto para faltar y un buen día no volví más.
Con el tiempo desistí de estudiar música. Me conformé. Me rendí. Dejé que Corsetti decidiera por mí.
Mucho tiempo después, me encontré con mi querido Maestro en la Plaza Venezuela, nos abrazamos, el acarició mi cabeza y me preguntó cómo iba con la música, le dije que era sorda como una campana rota, él riendo me dijo: Tú tienes madera, carajita, tienes que seguir con la música.” Y eso me alentó.
A Corsetti me lo topé una vez en el Aula Magna. Me cambié de puesto y simulé no haberlo visto.
Ya habían pasado muchos años sin saber del Maestro cuando me enteré de su muerte. Fue un lunes 13 de octubre de 2008, tenía 97 años de edad. Los medios apenas lo reseñaron, como era de esperarse.
Así murió ese gran Maestro y creador que nunca fue valorado en su justa dimensión: “Solo espero que algún día se acuerden, no de mí, sino de todos los autores y cantantes de nuestra verdadera identidad musical”.
Sé que todos los que tuvimos el orgullo y la dicha de conocerlo recordaremos siempre con amor a  quien no hizo otra cosa que componer música por amor a Venezuela.

 Barlovento.
Letra y música: Eduardo Serrano T.
Intérpretes : Iván Pérz Rossi, Francisco pacheco y
Cecilia Todd.                                    


jueves, 3 de mayo de 2012

Tratado sobre el ronquido


                                        


La máxima de todo buen roncador: Todo el mundo ronca menos yo.

 

He aquí, todo lo que debes saber sobre los ronquidos, los roncadores y los idiotas que los soportan. Si tienes una pareja que no te deja dormir con sus ronquidos, este tratado te será de gran utilidad.

Primero, definamos ronquido: Dícese del ruido desesperante que emiten nuestras parejas al dormir y que no nos deja conciliar el sueño en toda la noche.

Los ronquidos se dividen en diferentes tipos según la recreación del sonido que producen. A continuación te explicamos los tipos de ronquidos y cómo se manifiestan:

Ronquido del Helicóptero: Este tipo de ronquido es el  más estruendoso de todos, su sonido se asemeja al de un helicóptero en pleno vuelo, de allí su nombre. Comienza con un suave despegue y luego se va acelerando hasta alcanzar niveles indescriptibles. Si tu pareja presenta este tipo de ronquido vas a sentir deseos de suicidarte… ¡HAZLO!  Si no, pasarás el resto de tu vida sin dormir y llegarás a odiar a los helicópteros ¡y a tu pareja también!

Ronquido del Cochino: El ronquido del cochino es el más común de todos, las personas que lo presentan RONCAN COMO COCHINOS, este ronquido alcanza niveles medios, pero constantes, si tu pareja lo presenta roncará la noche entera, para este tipo de ronquidos recomendamos el palo cochinero que suele ser muy efectivo.

Ronquido del Silbador: Este es un ronquido muy suave, pero no por eso menos ladilla, las personas que lo presentan parecen que silbaran una melodía muy desafinada, se presenta generalmente en mujeres y niños, cuando se presenta en hombres, el silbido se asemeja más al de un claxon. Para este tipo de ronquido recomendamos un silbato. Cuando ya no lo soportes, toma el silbato y pítale a tu pareja en el oído, ¡a ver si le gusta!

Roquidus Interruptus: Este ronquido es poco común, su sonido es una mezcla de cochino con helicóptero. Comienza con fuerza y, cuando parece que va a tomar vuelo, se interrumpe con una especie de ahogo, por un momento pensarás que tu pareja se está muriendo ahogada, pero no, solo es una pausa para volver a coger vuelo y volver a ahogarse, y así sucesivamente hasta que pierdas los estribos. Para este tipo de ronquido no vale la pena esperar que tu pareja se ahogue y te deje dormir, eso NO SUCEDERÁ. Si quieres que se ahogue, colócale una almohada en la cara o ¡lánzala a un río!

Ronquido Asesino: Este es el tipo de ronquido más peligroso porque el sujeto a la vez que ronca lanza manotazos, cabezazos ¡y hasta patadas! Esto puede ser mortal para la persona que duerme a su lado. Si tu pareja presenta este tipo de ronquido, te recomiendo dormir protegido, con casco y pechera…. y un garrote en la mano por si las moscas.

Para facilitar el estudio del ronquido dividimos a los roncadores en varias categorías:

1- El roncador descarado: Es aquel que ronca la noche entera, y  al día siguiente se levanta diciendo que no pegó un ojo en toda la noche por culpa de TUS ronquidos.
2- El Roncador Sensible: Es aquel que si le dices que ronca, se siente tan ofendido que tampoco te deja dormir en el día tratando de convencerte de que él no ronca y que nunca en su puta vida ha roncado.
3- El Roncador Patán: Es aquel que sabe que ronca, sabe que te molesta y que no te deja dormir, pero ¡le importa un carajo!
4- El Roncador Educado: Es el tipo de roncador que te ladilla toda la noche con sus ronquidos y al día siguiente te dice: Espero que mis ronquidos no te hayan molestado.
5- El Roncador Negador: Es el tipo de roncador que niega rotundamente que ronca, no acepta bajo ningún concepto que le digan que ronca y además te exige pruebas de lo que dices, como si tus largas ojeras y el evidente cansancio no fueran pruebas suficientes.
6- El Roncador Absurdo: Es aquel que ronca tan arrechamente que se despierta con sus propios ronquidos, así que,  no solo no te deja dormir, sino que no se deja dormir a sí mismo.

Una vez establecidas las categorías de ronquidos y roncadores, veamos ahora algunas consideraciones que se deben tomar en cuenta al momento de elegir pareja si deseas dormir con tranquilidad por las noches:

-  Aun cuando estés muy enamorado, antes de tomar la decisión de vivir en pareja, averigua primero si tu futura pareja ronca. Recuerda que el amor es ciego, pero no es sordo.

-  Si tu futura pareja ronca, y aún así quieres vivir con ella, entonces averigua en que categoría de ronquidos se ubica, tal vez, con un poco de suerte, tengan compatibilidad de ronquidos.

-   Si tienen incompatibilidad de ronquidos, y persisten en la idea de vivir juntos, entonces relájense y disfrútenlo mientras dure el amor!

             ¡ Y duérmase quien pueda!

miércoles, 2 de mayo de 2012

La capacidad de amar es infinita





Esta no es la historia de un gato. Pero es la historia del mejor amigo del gato: El perro.
Sí, el perro es el mejor amigo del gato ¿no lo sabían? cualquier persona que tenga un gato y un perro en casa se los puede asegurar. Eso de que el perro es el mejor amigo del hombre no está confirmado. Como dice Mafalda: falta la opinión del perro.
Este es el relato de una linda perrita llamada Pitrata, blanca como un algodón de azúcar y con una mancha negra y redonda en su ojo derecho que ciertamente se asemeja al  parche de un pirata. El comandante fue muy atinado al llamarla así.
Ella jugaba en los jardines del caserón con su nuevo amigo Azabache, un perrito negro y muy travieso. Se mordisqueaban las orejas, gruñían y se perseguían el uno al otro.
El comandante, que daba una caminata por el jardín, se acercó y la acarició. Jugueteó con ella un rato. A pesar de ser un hombre muy ocupado, siempre tiene tiempo para una caricia. Pirata lo sabía muy bien. Ella vio el amor por primera vez,  en los ojos de aquel hombre noble, por eso lo amaba y sabía que podía confiar en él.
Desde que Pirata vino a vivir al caserón su vida cambió mucho. Ahora su vida es muy apacible, no corre ningún peligro, la comida nunca falta y lo más importante: está rodeada de mucho amor. Pero no siempre fue así:
Pirata era una perrita callejera, no por eso menos importante que cualquier perrita de apartamento o de hacienda, al contrario, por ser callejera tenía muchas historias que contar, pero esta historia….¡esta es la historia!
La pequeña perrita vivía expuesta a los peligros de la calle y a la indiferencia de la gente. Era flaquiiiita, solitaria, con la mirada triste,  y andaba deambulando por las calles  con ladridos del hambre que dios le puso. Ni siquiera tenía un nombre, eso de “Pirata” fue mucho después, cuando la encontraron y el comandante notó la semejanza..
Un día, la perrita agobiada por el hambre, caminó por muchas horas bajo el sol buscando algo de comer, deambulaba sedienta y hambrienta por un camino largo y desolado, era una sabana, no había pueblo cerca, se sentía casi desmayar…  En el medio de la carretera vio algo que le pareció un trozo de chuleta y se apresuró a buscarlo, cuando se acercó notó que no era más que un pedazo de fruta descompuesta, pero aún así la engulló con desespero, de pronto oyó un gran estruendo, alcanzó a mirar un carro que trataba de esquivarla y luego sintió aquella enorme rueda pasando por encima de su patica trasera.. El conductor del vehiculo se preocupó y se quiso detener, pero iba muy apurado a un compromiso al que no podía llegar retrasado, así que lo pensó un segundo y decidió seguir su camino.
La perrita trató de caminar, pero el dolor que sentía era mayor que el hambre y la sed. Arrastrando la patica llegó a la orilla del camino y aulló de dolor, pero no había nadie cerca que la escuchara. Siguió arrastrándose sin rumbo por la orilla del camino. Después de muchas horas,  ya se arrastraba más por reflejo que por el deseo de llegar a alguna parte. El sol inclemente le pesaba en el lomo y cuando por la carretera pasaba algún carro, su corazoncito latía más fuerte y temblaba del pánico.
Pronto vio pasar un carro y detrás de este, otro, y otro, y otro más… la perrita los vio con angustia. Luego suspiró aliviada al ver que se alejaban. Pero, de pronto, la hilera de vehículos se detuvo, salieron hombres de traje y otros de uniforme, la perrita se quedó paralizada de miedo. Uno de ellos se le acerco y la tomó con una mano, revisó su pata y la llevó a uno de los carros, allí se encontraba el comandante. La pobre perrita asustada, lloraba de miedo y de dolor, ella conocía bien la maldad del hombre. Pero el comandante la tomó con cariño entre sus manos, le revisó la patica, luego la acarició,  la miró a los ojos y dijo: 
- ¡mírale la mancha, pero si parece un pirata!  Oye, pobre perrita, vale, está sufriendo mucho, parece que fue atropellada.  Llévenla a un veterinario que le cure su patica y manténganme informado -
Los uniformados se llevaron a la perrita, que ahora se llamaba Pirata y el comandante siguió su camino junto con la hilera de carros. Una multitud lo esperaba para escuchar su discurso.
Aquel día el comandante dio un hermoso discurso y ya finalizando habló de la perrita, sola y herida en un camino y de la indolencia de las personas, dijo que se detuvo porque no podemos ser indiferentes ante el dolor: 
¿Cómo uno va a pasar por un lado como si no pasara nada? Ella es un ser vivo… ese grado de sensibilidad uno tiene y puede desarrollarlo, la capacidad de amar es infinita, es infinita, infinita…
¡Desarrollémosla! creo que esos son valores esenciales para poder construir el Socialismo, sin esos valores, todo sería mentira, todo sería falso. “