Erase
una vez un árbol que se encontraba en un camino, alto...
orgulloso... fuerte...
Se
levantaba por encima de todos, sin hacer ni bien ni mal a nadie.
Nunca
amó a nadie, nunca había florecido, nunca dependió de nadie y
nunca nadie dependió de él.
El
árbol sabía mantener a todos a raya; al bosque, al campo y al
camino con todos sus viajeros.
Una
tarde, un viajero que pasaba en su viejo camión lanzó al camino a
un pequeño gato. El
gato, aturdido y asustado, se vio solo sin saber que hacer.
Comenzó
a andar por el polvoriento camino y se detuvo frente al árbol:
-
Dime, árbol... estás solo aquí?
-
Completamente solo.
-
¿Y no le temes a la soledad?
-
No le temo en absoluto.
-
Y nunca te sientes triste, asustado o abatido?
-
Nunca. No espero a nadie, no necesito a nadie.
-
Ahh...¡cómo me gustaría ser independiente, vivir solo y no
afligirme por
nadie!
-
Bien, no es muy difícil de aprender, vive conmigo, observa y cuando hayas aprendido te podrás ir y vivir solo.
-
¡Gracias árbol! -dijo el gato-
Y
el gato se quedó a observar...
Un
pequeño
gorrión intentó hacer su nido en una de las ramas del árbol con
trocitos de hojas y pajitas que traía en su pico, pero el árbol
sacudió sus ramas con fuerzas y el gorrión se alejó. El gato
observaba.
Una
ranita se acercó al árbol dando saltos para protegerse bajo su
sombra del sol inclemente, pero el árbol levantó sus largas ramas y
dejó de hacer sombra. El gato observó a la ranita alejarse.
Un
escarabajo revoloteó cerca del árbol, se estrelló contra su firme
tronco y cayó al piso patas arriba, cuando logró ponerse en pie se
alejó volando...
Y
el árbol permaneció allí, quieto e indiferente, mientras el gato
observaba.
Oscureció,
comenzó a llover, el gato se acercó al árbol para protegerse, el
árbol generosamente bajó una de sus ramas y lo cubrió.
Así
pasaron los días y el gato permaneció junto al árbol. Se afilaba
las uñas en su corteza, se acariciaba contra su tronco, dio vueltas
a su alrededor y se trepó por sus ramas...
El
árbol agitó todas sus ramas hasta las puntas y el gato se quedó
dormido a su sombra.
Llegó
el otoño, la brisa soplaba fuerte, el árbol fue perdiendo su
follaje hasta quedar totalmente descubierto. El gato jugueteó entre
la hojas secas.
Vino
el invierno, la nieve blanqueó el paisaje, las ramas del árbol
crujían y el gato sintió mucho frío. El árbol le ofreció un
agujero cálido en su tronco donde guarecerse del crudo invierno.
Allí el gato se sintió seguro y tibio hasta la entrada de la
primavera.
El
sol brilló en lo alto, los pájaros trinaban felices y el árbol ya
reverdecido floreció por primera vez. ¡La primavera había llegado!
El
árbol agitó alegre sus ramas y los pájaros se posaron en ellas.
De
pronto vio al gato alejarse:
-
¿Dónde vas? -preguntó el árbol-
-
Adiós, me voy, ya puedo vivir solo. -contestó el gato-
-
No te vayas, tú me has enseñado mucho ¡quédate! -suplicó
tristemente
el árbol-
Pero
el gato siguió su camino sin escucharlo...
Y
esta es la historia del árbol, o
más bien la historia del árbol y el gato porque a no ser por el
gato, el árbol no tendría una historia que contar.
El
árbol y el gato es un cuento animado ruso que
data del año 1983 y deja un hermoso mensaje
sobre la soledad, los sentimientos y las motivaciones para vivir una
vida plena. A partir del inglés he realizado una versión en español. Espero les guste. @lagatalisa